lunes, 17 de noviembre de 2008

El eterno regreso


Así soy, así vivo. Mis ojos oscuros como el azabache, mi pelo largo y suave recorre mi espalda con sensualidad, mis labios rojos y eternos como la sangre, rebosan vida. Mis manos suaves y tersas os tocaran a cada uno de vosotros en la oscuridad de la noche. Pero mientras, veo complaciente como las generaciones pasan, los años dejan su pétrea huella en cada uno de vosotros, y yo esquivo las generaciones y las tempestades milenarias. Observo a los humanos, inocentes en su día a día. Veo como se consumen devorados por un castigo maldito al que llaman tiempo. Un castigo que deben pagar y que sólo yo tengo el poder para librarles de ello, a cambio de su esclavitud y servicio eterno hacia mí, su señor, su amo, su único Dios.